Este experiodista de Radio Martí fue un luchador de campana a campana. Ahora nos dijo adiós para siempre

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We are posting here a Spanish language tribute to the recently deceased Peruvian sports journalist Hugo Marino Romero written by our friend and colleague, Luis Sanchez Espinar from his office in Miami where Mr. Marino died in early April.
For us, this article is important since Marino Romero was a sports writer for El Latino Newspaper when I was the publisher in the 1980's. Prolific, meticulous and detailed, we met him when he worked for Radio Marti here in the nation's capital before moving to Miami. He was a contributor for a number of years and covered international soccer along with local sports leagues. He was always gregarious, charming and full of humor. May he rest in peace.
This article is reproduced from the pages of El Nuevo Herald, the Spanish language edition of the Miami Herald Newspaper with permission from the author.

por Luis F. Sánchez Especial/el Nuevo Herald

Para Hugo Marino Romero no había imposibles. La palabra desafío era como un imán para su audacia. Su gran curiosidad y entrega le permitieron transitar sin sobresaltos del linotipo a la computadora. Era optimista, luchador y tenaz, como un boxeador de campana a campana. En la madrugada del miércoles último dejó de existir por un paro cardíaco en Miami y el 25 de abril hubiese cumplido 80 años de edad.
Durante cerca de 20 años integró el plantel de periodistas de Radio Martí, primero en Washington, D.C. y luego en Miami, cuando la agencia mudó sus operaciones a esta ciudad. También colaboró con el Nuevo Herald de 1980 a 1985, entre otras muchas labores que realizó.

Nacido en Cañete, a poco más de 100 kilómetros al sur de Lima, la audacia le surgía a Romero de la dureza de la vida que le había tocado. La principal lección que aprendió fue no desaprovechar jamás ninguna oportunidad que se le presentara.
Debido al divorcio de sus padres y a una grave enfermedad de su padre, Romero fue internado en el Puericultorio Pérez Araníbar, que acogía a los niños abandonados o que no podían ser criados por su progenitores.
Ahí, Romero aprendió las artes gráficas. A los 14 años de edad empezó a frecuentar las imprentas de Lima para afinar sus habilidades y, de paso, ganarse algún dinero.
Consiguió trabajó en una gran casa impresora en Lima, pero cuando se enteró en 1960 que se preparaba el lanzamiento del diario Expreso, fue de inmediato a pedir trabajo.
Le ofrecieron un salario menor al que ya ganaba. Romero tenía entonces 20 años, era soltero y quizás intuyó que en un periódico tenía más probabilidades de abrirse camino que en una imprenta, por más grande que esta fuera.
montar los lingotes, los clichés, los titulares; leer al revés los lingotes y detector los errores antes que se hiciera la prueba de galeras, y así ganar tiempo sobre todo en los momentos de cierre; era rápido, decidido, capaz y pocos años después lo nombraron regente, la posición más alta en los talleres de impresión.


El diario Expreso alcanzó un tiraje de 300,000 ejemplares diarios, más el vespertino Extra y los diferentes suplementos que publicaba la casa editorial. Romero era el responsable que todo el contenido editorial fuera impreso sin contratiempos.
Cuando en 1968, el general Juan Velasco Alvarado dio el golpe de estado que derrocó al presidente Fernando Belaúnde Terry, Expreso se convirtió en un valiente defensor de la democracia y en 1970, la dictadura izquierdista confiscó la casa editora y la puso a su servicio.
Romero fue despedido y decidió emigrar a Estados Unidos con su esposa, cinco hijos y un perrito llamado Dino.
“Tuvimos que sacar permisos para Dino en tres ministerios distintos y su pasaje de avión costó $50”, recordó Víctor Hugo Romero, el mayor de los hijos de Romero. “Llegamos a Miami, nos alojamos unos días en casa de un familiar y luego mi padre rentó una camioneta y nos llevó manejando él solo hasta Nueva York”.
En la Ciudad de los Rascacielos se instalaron los siete y Dino en un cuartito sin ventanas.
“Mi padre trabajaba hasta en tres lugares para poder mantenernos”, dijo Víctor Hugo. “Un año después decidió que nos mudaríamos a Indianápolis para que aprendiéramos inglés, porque en Nueva York se hablaba mucho español”.
Cuando sus hijos estuvieron bien encaminados con el idioma, Romero trasladó a su familia a Miami. Aprovechó el tiempo también para estudiar y graduarse en Literatura Inglesa.
Luego de colaborar con el Nuevo Herald, postuló a la Office of Cuba U.S. International Broadcasting Radio Martí y fue aceptado.
Durante su estancia en la capital se encargó además de la sección de deportes del periódico El Latino y luego de El Pregonero. Poco después abrió su propio medio Don Deportes.
Asistió a cuatro mundiales: México 1986, Italia 1990, USA 1994 y Francia 1998. También a cinco Copas América y a una serie de eventos como Miss Universo y peleas de boxeo por la faja mundial.
Lo sobreviven de su primer matrimonio con María Carmen Romero sus siete hijos: Víctor Hugo, Sylvia Esther, Nancy Edith, Norma Janet, Eva Diana, Joseph Fidel y Mery Carmen. Tras enviudar, Marino Romero se casó con Cinthia Romero, quien lo sobrevive.
El entierro será el lunes 13 de abril en La Paz Funeral Home (3500 NW 7 St, Miami).
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Last modified onSaturday, 18 April 2020 21:31

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