Paloma Dominguez Diaz

Paloma Dominguez Diaz

GÉNERO DESORDENADO

Terminó de decorar sus uñas y se calzó las sandalias que se había comprado en la India el verano pasado. El último viaje con Lola, “bueno, el penúltimo” se dijo recordando a su madre.

Hoy sus pies gritaban emancipación. Por fin se atrevía a alzar la voz para reivindicar su género desordenado. Y lo hacía pisando desde su yo encarcelado durante tanto tiempo. “La libertad comienza en los pies; caminando con firmeza, libertad y determinación hacia delante” Le dijo su madre unos minutos antes de que le aplicaran la eutanasia asistida. Uno de los primeros casos aprobados por ley en España. Madre soltera, había cuidado de su retoño más que de su propia vida.

LIBRO VIAJERO

Solo las cuerdas de tender la ropa le separaban de aquellos ojos que se habían convertido en el alba de todos sus días. Justo un mes antes del penúltimo confinamiento, el nuevo inquilino del bloque de enfrente, alquiló el piso de Rosa.

Durante ese paréntesis en el que se había acotado (una vez más) la vida del mundo entero, había cruzado miradas con él de ventana a ventana, después gestos, risas. Pasaron de los buenos días a las conversaciones manidas de vecino a vecino. Más tarde fueron anhelos, sueños, puntos comunes e incluso desencuentros. Días de celebraciones intercambiando por las valiosísimas cuerdas del tendedero, menús cocinados en la soledad de sus pisos, pensando la una en el encuentro del otro.

Cada mañana, despertaba con sus ojos clavados en el corazón. Inmensos, inescrutables. Por momentos fríos como las pupilas amarillas de los caimanes. Por ráfagas, fogosa y ardiente transparencia mediterránea, en los que Lucía se perdía cada día un poquito más, un poquito más.

DE REPÚBLICA, RECETAS Y REFRANES

“Una cucharadita de pimentón dulce y una pizca de clavo de especia molido”

No permitieres que estas dos joyas de una buena caçuela de ajo “mataero”, se perdieren en la coçion mal sazonada. Debes poner la especería carmesí de tierras de conquistadores a los principios, en acabando de pasar por manteca caliente la panceta, el hígado y la carne hasta dejarlas al tono dorado. Tuesta ligero el pimentón que por demás, amarga y envenena el paladar. Echa el pan en miga, se menea con el pimentón y un poco de agua de la cántara. Cocido todo, ban al almizcle junto al hígado y majamos por si ubiere algún nerbesuelo de la víscera para fácilmente quittar.

THE TEA BREAK

Una mujer está sentada sola en una casa. Sabe que no hay nadie más en el mundo: todos los otros seres han muerto. Golpean a la puerta.

La mujer se levanta del sofá. Ha pasado horas dejando escapar la soledad sobre los álbumes de fotografías que le devuelven imágenes de una vida. Recuerdos cada vez más desgastados. Como su propia historia, apenas hilvanada a los pocos momentos que le devuelven las viejas instantáneas.

 - ¡Adelante! La puerta está abierta- indica

-Querida, tú siempre tan confiada ¿no tienes miedo a que entre alguien con malas intenciones? -

-¡Que sorpresa! Pasa Matilda ¿malas intenciones en este pueblo perdido? Si incluso el tren correo ha borrado esta dirección de su recorrido por las noticias epistolares.

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